Murcia Shemale Escort Review: Rafaely Dubenstay - Barcelona Sagrada Familia
Autor: Dorian
Hola a tod@s.
Me llamo Dorian y soy nuevo en el foro. Pese a ello y con el permiso de los administradores del mismo, desearía poder compartir con vosotros mi primera experiencia en este mundo. Nunca antes había tenido ninguna experiencia homosexual de ningún tipo; sólo había estado con chicas. Pero hacía tiempo que venía fantaseando con la idea de estar con una trans y, después de un par de intentos fallidos, al final lo he hecho.
Fue hace muy pocos días. Antes de tomar una decisión sobre con quién quería "estrenarme", llamé por teléfono a las que más me gustaban. Quería, más que nada, oír su voz; saber si me parecían simpáticas, por dónde atendían (si se trataba de un apartamento privado o un piso de trans), conocer las tarifas, y tal... Era una primera toma de contacto.
Al final, la escogida fue Rafaely Dubenstay que, actualmente, se encuentra en mi ciudad. La había visto en vídeos por internet y siempre me ha parecido una de las más sexies. No había relatos sobre ella en el foro pero, a pesar de todo, decidí intentarlo.
Acto I: Rafaely
Cuando la llamé, Rafaelly me había comentado que atendía por la zona de Sagrada Família, en un piso particular. Así que me dirigí hacia allí y la llamé al móvil. Me dió su dirección, y me dijo que necesitaba unos diez minutos para arreglarse y que ella me llamaría para darme el piso. Y así lo hizo.
Subí por el ascensor hecho un manojo de nervios y llamé al timbre. Al momento, escuché el ruido de unos tacones, acercándose. Entonces la puerta se abrió ... fugazmente, vi su cara y no pude dejar de exclamar, todavía en el rellano:
- "¡Qué guapa!".
Sobrepasaba todas mis expectativas. Tenía ante mí una de las mujeres más guapas que he visto en mi vida. Ella sonrió y me recibió con un piquito en los labios. Iba en ropa interior, con un conjunto que resaltaba su espléndida figura. Entonces, me cogió de la mano y me llevó a la habitación.
La habitación era muy pequeña y no tenía espejos. Sí que había un televisor en el que ponían una película de shemales. Rafaely me preguntó si quería tomar algo: le pedí un refresco y ella fue a buscarlo.
Cuando volvió, le comenté que era mi primera vez con una trans y que, por este motivo, prefería probar media hora y, si me gustaba, volver otro día. Ella accedió y me invitó a desnudarme.
Empezamos a besarnos. Ella se movía muy despacio, como una serpiente. La besé en los labios, en el cuello, en el lóbulo de la oreja, en los pechos (tiene unos pechos preciosos)... Ella también a mí. Mientras lo hacía, no dejaba de acariciarme, como para tranquilizarme. Después de estar así un rato, se despojó de la parte de abajo y me mostró su sexo. Todavía no estaba del todo erecto pero, pese a todo, tenía un tamaño considerable; mucho mayor que la mía. Debo decir que no experimenté ninguna sensación de rechazo al ver sus genitales masculinos. De hecho, casi instintivamente, alargué mi mano y le acaricié. También le dije que no creía que éso me fuera a entrar a mí.
Rafaelly cogió sendos preservativos, uno para mí y otro para ella, y volvió a besarme. Antes de que me diera cuenta, deslizó su lengua por mi cuello, bajó por entre mis abdominales en un movimiento zigzagueante y comenzó a hacerme una felación. Yo cogí sus manos y las puse sobre mi pecho, para que ella pudiera acariciarme el tórax. Al cabo de un rato, y no recuerdo muy bien a santo de qué, me miró a los ojos y me dijo:
- "¿Sabes qué? Me encanta que me la coman."
Me sorprendí a mí mismo cuando le respondí que si quería ponerse de pie para que pudiera hacerle el sexo oral de rodillas, a lo que ella accedió. Recuerdo que pensé "Dios mío, qué estoy haciendo". Pero ya no había marcha atrás. Primero, besé su polla que ya se había hecho mayor. Luego, le acaricié la punta con mi lengua y, a continuación, de forma y manera inexpertas, comencé a hacerle el francés; intentando mantener en lo posible el contacto visual y acariciando con mis manos el perineo y la cara interior de sus ingles.
Después de un rato en esta postura, la tomé de la mano y la invité a sentarse sobre mí para que pudiera follarme la boca. Creo que éso la cogió desprevenida, cosa que diría que la excitó. Casi no me cabía en la boca. Empezó a metérmela cada vez más, en un intento de hacerme una GP, pero yo me ahogaba. Así que cambiamos a un 69.
Luego se incorporó y me puso a cuatro. Con cara inocente, me dijo que estuviera tranquilo, que no tuviera miedo, que ella no iba a hacer nada que yo no quisiera pero que, si me dejaba, que no iba a perder la oportunidad. Mientras lo decía, deslizaba su miembro por entre mis nalgas, como si estuviera follándome; cosa que me puso a mil. Y la dejé hacer.
Me dolía. Ella trataba de penetrarme despacio, pero me hacía daño. Estábamos muy quietos y yo notaba los movimientos de su pelvis que trataba de entrar en mí. No pude reprimir algún leve gemido de dolor mientras lo hacía. Empezó a besarme suavemente en el hombro,de manera muy cariñosa, mientras me embestía con sumo cuidado. Instintivamente, giré mi cabeza para comerle la boca. Yo estaba a cuatro y ella también, encima de mí. Y allí estábamos los dos, inmóviles, como dos animales. De repente, dejé de sentir sus besos y experimenté una sensación distinta. Miré por el rabillo del ojo y... no me lo podía creer, ¡me estaba marcando con sus dientes mientras trataba de montarme, como si fuera su presa! Sin duda, ésta ha sido la escena más erótica de toda mi vida.
Como me seguía doliendo, cambiamos de postura y empezó a follarme de lado; bueno, a intentarlo. Pasé mi brazo por detrás de su cabeza para poder besarla mientras lo hacía. El tiempo se acababa, así que me masturbé mientras ella me besaba, esta vez, de manera muy apasionada.
Cuando me levanté, ella me dijo: "Estás bueno, tío". No sé si lo dijo de veras, pero lo cierto es que oírselo decir a ella me puso el ego por las nubes. Como no había podido penetrarme, quedé en volver a verla, con la promesa de quedarme más tiempo. Me di una ducha y nos despedimos hasta la próxima.
Acto II: Más Rafaely.
Cinco días más tarde, la volví a llamar. Esta vez me llevó a otra habitación mucho más amplia, si bien tampoco tenía espejos. Me comentó que había llegado una compañera suya que estaba trabajando en la otra habitación y me preguntó qué quería tomar. Le pagué lo acordado y fue a buscar mi refresco.
Estuvimos charlando un rato y me pidió que me desnudara. Le dije que tenía unos pechos preciosos y me pidió que se los comiera. Le pregunté si quería que le hiciera el francés sin y me respondió con seguridad: "Sí, quiero". Comencé de manera tímida, con besos y caricias; pero no tuve el menor atisbo de duda. En seguida la noté más cachonda, más cañera que la otra vez. Se puso de pie para que se la comiera mientras me acariciaba el pelo y me decía que estaba muy guapo.
Después de ésto, volvió a mí, comenzó a meterme mano y, casi sin darme tiempo a reaccionar, cogió mis manos con las suyas y empezó a hacerme un francés; esta vez al natural. Yo estaba de rodillas sobre la cama y ella también, pero con sus manos entrelazadas sobre las mías. En silencio, sólo se oían los sonidos y chuperreteos de su boca. Estuvo un rato así y, cuando yo noté que se encendía la luz ámbar y traté de escabullirme, cogió mis manos con más fuerza y me dijo:
- "Tú no te mueves de aquí".
Así que me rendí y la dejé hacer, tratando de no correrme. Acto seguido me tomó, me tumbó sobre la cama y comenzó a follarme la boca en diferentes ángulos. Cuando le pareció suficiente, me pidió que me tumbara sobre mi pecho; y yo la obedecí. Entonces empezó a hacerme un beso negro para lubricarme. Hecho ésto, comenzó a penetrarme con sus dedos mientras besaba mi espalda, y me pidió que me relajara.
Yo estaba tumbado en la cama, sobre mi pecho, con las piernas estiradas. Le pregunté si tenía que hacer algo y me dijo que no. En cuatro o cinco embestidas logró penetrarme. Sentí como si me rebentaran por dentro. Sus movimientos eran lentos, pero firmes y profundos. No pude evitar exhalar un gemido cada mez más fuerte a cada una de sus sacudidas, mientras ella me susurraba al oído y mordisqueaba el lóbulo de mi oreja. Traté de zafarme en vano, como víctima de un espasmo. Entonces ella murmuró en voz baja: "Y te estoy follando muy despacio". Y me dejé caer a su merced mientras ella seguía y seguía... No podía para de gemir.
De aquellos momentos, recuerdo ver sus manos. Recuerdo cómo me aferré a ellas, en un intento desesperado de encontrar algo de ternura, un gesto para conmigo. Pero ese día Rafaely no estaba tan complaciente. Más al contrario, puso su muñeca en mi boca y me dijo: "Muerde, si quieres" (lo dijo en portugués, pero la entendí). Entonces le dije: "Haz lo que quieras conmigo, Rafaelly". Yo sólo quería que ella me besara como la otra vez...
Cuando estuvo satisfecha, paró y me pidió que le hiciera el beso negro. Supongo que de manera torpe, pero lo hice. También le introduje mi dedo meñique en su ano y comencé a describir movimientos circulares con él. Después, cambiamos y Rafaely me ordenó que me sentara encima de ella. Al principio me dolió un poco, pero se me pasó en seguida. Para entonces, yo ya tenía una única obsesión. No quería ser un polvo más; necesitaba que aquel polvo también la marcara a ella como lo estaba haciendo conmigo. Traté de apretar mi esfínter mientras botaba sobre ella, para ver si lograba que se corriera. Ella me dijo: "Estás botando tú". Y yo respondí algo así como: "No.. importa... Puedo aguantar.... Quiero que te lo... uhh.. pases bien... Quiero ... que te acuerdes... de mí". Entonces ella me soltó un pollazo que me hizo... uhh... callar. Fue como un latigazo, como un acto reflejo. Es la única vez que me penetró con cierta violencia o brusquedad.
A continuación me pidió que me echara hacia atrás. Ahí pierdo un poco la noción del tiempo. Creo recordar que entonces tomó mis piernas y las puso sobre sus hombros. Noté como me penetraba más profundamente y se lo dije, con voz entrecortada: "Ahora sí que la siento muy dentro de mí". A lo que ella respondió: "¿Qué sientes?" Yo guardé silencio por pudor. No quería pronunciar esa palabra. Pero ella me inquirió, insistente, en tono imperativo: "¿Qué es lo que sientes?", repitió. Mientras lo decía, apretó con fuerza para obligarme: "Tu polla... Siento.. tu polla... dentro de mí". Entonces bajó mis piernas y me folló un rato en estilo misionero mientras me besaba.
Complacida, me dejó y empezó a hacerme una felación. Fue entonces cuando me di cuenta de que me encontraba al borde de la cama y eché mi cabeza hacia atrás, extendiendo los brazos, mientras ella lo hacía; como si volara. Tenía casi medio cuerpo fuera.
Nos incorporamos. Rafaely se sentó en la almohada y me pidió que se la chupara un rato. Bastante domesticado, me tumbé y traté de darle placer, mientras ella me miraba atentamente. Parecía disfrutar con la situación y sus ojos ahora parecían refulgir con cierto aire maligno. Pero seguía estando preciosa.
Finalmente, me masturbé sobre su cara. Cuando me corrí, se apartó de un gesto y recogió mi semen con su mano. Inmediatamente, le limpié la mano y se la besé.
Después, estuvimos un rato hablando. Me comentó que en breve se marcharía a Valencia. Luego me duché y nos despedimos. Me pareció una chica muy amable y simpática.
Me alegro de haber conocido a esta preciosidad. Sin embargo, debo reconocer que me queda cierto sabor amargo. ¡Me hubiera gustado tanto que ella se corriera conmigo! No lo conseguí. Pero bueno, la próxima vez lo haré mejor.
Rafaely, ¡cuídate mucho! Espero poder volver a verte pronto.
Por siempre tuyo,
Dorian.
P.D.: Adjunto link de este pibón:
http://www.taiakashemales.com/modelos/espana/rafaely_dubenstay.shtml
Bueno, después de un tiempo out, he pensado en relatar dos encuentros más que he tenido con mi diosa brasileña. El motivo por el que no lo hice en su momento es porque, hasta el día de hoy, yo sólo he tenido experiencias trans con ella y pensé que contarlo la podía perjudicar. Me daba miedo que hubiera gente que pudiera pensar que ella y yo somos amigos (¡ay!, ya me gustaría) y que no diera credibilidad a mis relatos; que creyeran que es publicidad. En este sentido, debo confesar que Rafaely es la primera (y la única) trans con la que he estado y éso la hace especial para mí, le tengo cierto aprecio y parte de la motivación por la que escribo ésto es porque pienso que la puede ayudar en su trabajo; pero todo lo que explico es cierto. Supongo que soy un forero atípico. Ahora sé que el miércoles se marcha a París por uno o dos meses y que luego tal vez regrese a Brasil por unos meses más; así que ya no hay riesgo para ella. Vaya pues mi pequeño homenaje a Rafaely, mi guapísima travies@.
Acto III:
Ocurrió en enero, concretamente el domingo 17. Por la tarde había llovido en Barcelona y las calles estaban húmedas, pero hacía una noche agradable para pasear. El piso estaba en la calle Consejo de Ciento, por la zona de Encants. He de decir que el edificio y la escalera me parecieron bastante cutres... Pensé: ¡qué poco le pega a ella atender aquí!
Cuando se abrió la puerta, como siempre, el subidón de adrenalina... Entré y... ¡ahí estaba mi niña! Tan guapa como la recordaba. Llevaba puesto un conjunto de culot y top de encaje de tonos marrones (bueno, después de tres meses no estoy seguro del color. Sorry!!!) En todo caso, creo que era el mismo de la última vez. También llevaba unos zapatos de tacón. Me encanta escuchar el tac-tac-tac de los tacones cuando los lleva una trans. ¿A vosotros no?
Lo primero que exclamó fue: "¿Por qué no me dijiste que eras tú?" A lo mejor se lo dice a todos, pero me gustó escuchar que se acordaba de mí.
La habitación era sencilla: cama, armario, mesita de noche, televisor. Muy funcional. Era una habitación sencilla; un tanto vieja, pero limpia y ordenada. Le di lo suyo, ella me pregunto qué me apetecía tomar (realmente no me apetecía nada; así que pedí una botella de agua, que ni siquiera abrí) y estuvimos charlando un rato de cómo le había ido por Valencia y tal (me comentó que le gusta mucho Valencia).
También hablamos del relato. Me explicó que le había gustado, pero confesó que también le había dado vergüenza... Supongo que es normal. Los foreros estamos amparados en el anonimato, pero ell@s no. Cuando atendía en el piso de la calle Rosselló, coincidió que su amiga Milena Vendramine había venido unos días a Barcelona. Yo no la ví, pero estaba en el piso. Al parecer, Milena le leyó el relato y exclamó: "¡lo ha contado todo!" Mueca
Entonces no sé muy bien cómo ni por qué ella se tumbó en la cama, me miró distinto y dijo en voz sugerente: "¿Por qué no te pones un poco más cómodo?" Creo que debí tardar como 10 o 15 segundos que se me hicieron eternos, ja, ja. Debo cuidar más estos detalles porque se pierde todo el glamour. Mueca
Me senté encima de ella y empezamos a besarnos. Roll Eyes
Ella se quitó la parte de arriba y yo la de abajo y empecé a hacerle una felación. Al bajar la cabeza, la cadena de plata que llevo en el cuello se deslizó y cayó en mi boca; y ella me la apartó. Subí de nuevo para volver a besarla en la boca, en el cuello y en el lóbulo de la oreja. Para entonces mi mirada ya estaba ensombrecida por el deseo y le susurré al oído que hiciera conmigo lo que quisiera. "Haz conmigo lo que quieras". Es una frase que me sale en momentos de excitación. A lo que ella respondió: "¿Estás seguro?". La verdad es que me hizo dudar un instante pero respondí, con firmeza, "Sí".
Bien, pues se lo tomó al pie de la letra. Lo que vino a continuación, tras un poco de sexo oral por su parte, fue una follada que yo calificaría como de "A saco". Me pidió que me tumbara sobre mi pecho, me lubricó, me penetró y empezó a bombear. Esta vez no hubo ni posturitas, ni amor, ni mariconadas. Guiño Aquéllo fue subiendo de intensidad hasta que parecía un puto martillo neumático que me estuviera taladrando el culo. Yo tumbado y ella encima, dale que te pego. Cuando ya no pude más, empecé a pellizcar la cama, a arañarla con mis dedos; pero no hubo piedad ni compasión. La verdad es que me dolió mucho, aunque no se lo dije. Me dolió pero también me gustó, no sé. Es una paranoia. Yo creo que tal vez ella quería oírme suplicar que parara, mas al contrario, yo agarré su muslo con una de mis manos y la apreté más contra mí.
Giré mi cabeza buscando la suya para que me diera un beso, pero ella se mantenía distante y me miraba desde arriba, mientras seguía follándome; al hacerlo, mi cadena volvió a caer en mi boca, y parecía como si llevara bridas y ella me estuviera montando. Me sentí un potro salvaje y que ella trataba de domesticarme. Entonces mordisqueó mi oreja y susurró: "Voy a correrme en tu culo"...
El final fue apoteósico. Ella ensañándose verdaderamente con mi pobre culito casi virgen, gritando "Toma, toma y toma"... hasta que se tumbó sobre mi espalda, suspiró con fuerza y se corrió dentro de mí.
Cuando se quitó el preservativo me salió un "Gracias" y ella me devolvió una sonrisa. Era una eyaculación escasa, acaso unas gotas. Besé su pene, todavía erecto, y lamí su punta manchada de semen.
Acto seguido Rafaely exclamó: "Mira cómo estás" (Estaba superempalmado y éso que no me había estimulado la zona genital). Me comió la polla un rato y me masturbó con sus pechos hasta que yo noté que me iba a correr. Entonces le pedí que me besara para poder correrme a la vez que mezclábamos nuestras lenguas y ella me pajeaba.
Luego nos tumbamos un rato en la cama. Mientras yo jugaba con su mano, me comentó que quería buscar otro piso y que estaba pensando en cambiarse el peinado (y yo dije noooo); que lo había hablado con sus amigas y que ellas le habían dicho que lo hiciera (y pensé, qué malas, je, je). Luego de un rato, me dí una ducha y me vestí. Un detalle que me gustó mucho fue que cuando me estaba calzando, sentado en el borde de la cama, Rafaely se apoyó en mi espalda y me abrazó por detrás. Hubiera valido la pena la cita sólo por éso. Cuando salí por la puerta, pasaban quince minutos del tiempo acordado.
Hoy ya es muy tarde. Mañana comentaré el Acto IV, muy reciente. Aviso, es otro nivel. Cuando lo cuente, más de uno va a ponerse cachondo perdido.
Hasta mañana pues.
He decidido publicar el Acto IV en un nuevo tema porque se trata de un relato bastante largo y considero que es lo mejor. He leído y releído el relato y no me parece que haya nada por lo que Rafaely se pueda molestar. A pesar de todo, si así fuera o bien si ella se sintiera incómoda debido a lo explícito del mismo, ruego a los administradores que actúen según el criterio de Rafaely.
Una expe así merece ser contada. Yo lo he hecho lo mejor que he sabido y con mi mejor intención. Bueno, que sea lo que Dios quiera....
Acto IV:
Hace poco, la volví a llamar. Esta vez, ella me reconoció. ¿Eres el del relato, verdad? preguntó. Sí, soy XXX (Dorian), respondí. ¿Cómo estás, XXX? Charlamos unos minutos, le pregunté si le venía bien quedar y me dio la dirección.
Hacía una tarde preciosa y como no me encontraba lejos y todavía faltaba para la hora, fui dando un paseo. El piso se encontraba relativamente cerca de la Sagrada Familia. Omito ciertos detalles porque no vienen al caso.
Como siempre, cuando llegué a la puerta, ésta se abrió y... al entrar, el suspense habitual y... Rafaely apareció detrás de la misma. Me recibió con una especie de camiseta de tirantes sexy que transparentaba y permitía ver el tanga negro que llevaba puesto. Hummm...
Me acompañó a la habitación, que era sencilla. Una cama grande con sendas mesitas de noche a cada lado y poco más. No había espejos ni televisor, pero sí un enorme baúl de mimbre que llamó mi atención.
Dejé mi chaqueta en el galán de noche, le di lo suyo y nos sentamos a hablar en el borde la cama. En éso me di cuenta de que se había cortado el pelo, como me había explicado que era su intención la última vez que la vi. Ahora lo llevaba más corto y lo recogía con una cinta. A mí me gustaba más cómo le quedaba antes; parecía más salvaje pero, bueno, cosas de mujeres... Guiño Comentamos la jugada y le dije que recordaba que me lo había comentado, que quería cortárselo para que el flequillo le cayera hacia adelante porque le parecía más sexy.
También me contó que, en principio, a partir de ahora, siempre que viniera a Barcelona atendería en ese piso. No estoy seguro de si me dijo que iba a compartir piso o si en el piso de al lado estaría Claudia. A lo que yo pregunté: "¿Claudia? ¿Quién es Claudia?" Con cara inocente y mirada pícara ella contestó: "Claudia Polanski, mi amiga". Yo pensé: joder, sus amigas son Milena Vendramine, Claudia Polanski... Debo conseguir que me dé su facebook... Mueca Tampoco es difícil adivinar la imagen que mi mente perversa imaginó en unas décimas de segundo: yo a cuatro patas y Rafaely montándome por detrás mientras Claudia me follaba la boca. Todo en fracciones de segundo, como internet, hasta que Rafaely dijo: "Pero no está. Está de viaje." Acto seguido, Claudia desapareció de mis fantasías. Volvía a estar a solas con Rafaely.
Continuamos hablando unos minutos y entonces ella se recostó, me miró de abajo arriba y dijo, con voz sugerente: "Anda, quítate la ropa, que te voy a...". Me quité la parte de arriba y exclamó: "Uuhh, ¡qué fibrado!". Se levantó y me dio un beso en la boca. Ahora venían los zapatos, la parte más difícil; pero esta vez yo llevaba la lección aprendida y lo hice mejor que en la última ocasión. Me tomé mi tiempo, me senté en el borde de la cama y fui descalzándome. Ella se acercó y comenzó a acariciarme la cabeza; a lo que yo la respondí besando su muslo. Entonces ella puso su pierna izquierda encima de la cama (ella estaba delante de mi) y yo continué descalzándome pasando mis brazos alrededor de la misma. A veces le acariciaba la cara interna del muslo con mi mano izquierda mientras se lo besaba.
Una vez hecho lo más difícil, me incorporé y me quedé en boxers. Volvimos a besarnos y empezamos a frotar nuestros cuerpos. Ella se quitó el sujetador (soy torpe, así que prefiero que lo haga ella) y me puse a besar sus pechos y a lamer sus pezones.
Ahora Rafaely estaba en tanga y yo en boxer, ambos de pie. Y yo sabía que si estábamos de pie es porque ella quería que estuviéramos de pie. Rafaely hizo un ademán como de ir a quitarse el tanga y la detuve: "No, lo haré yo". Observé a mi alrededor y le dije "Ven". La cogí de las manos y me dirigí a la esquina que había entre la cama y la pared, delante de la mesita de noche. Me di la vuelta, la besé y me arrodillé delante de ella en aquel reducido espacio: "Así estoy como prisionero", le dije. A lo que ella contestó: "Me encanta".
Continué besando y acariciando sus muslos y le bajé el tanga negro que llevaba puesto. Ahí estaba mi viejo amigo, que tanto daño me había hecho la última vez y a quien tanto había echado de menos. Detrás de mi, estaba la mesita de noche y la pared; a mi izquierda la pared y a mi derecha la cama. De modo que delante de mí y a escasos centímetros de mi cara estaban Rafaely y su polla.
Me quedé en silencio, mirándola. Me parece que en ese momento ella estaba realmente excitada porque tenía los ojos muy abiertos y no decía nada. Su cuerpo se oscilaba levemente como si fuera una serpiente que tratara de hipnotizarme. Vi con claridad que ése iba a ser el único momento de la noche en que yo tendría el control, así que decidí recrearme un poco más y hacerla esperar. Me quedé en silencio, de rodillas, mirándola a los ojos, con su polla casi rozando mis labios. Podía notar su ansiedad.
Pero yo también tenía ganas de hacerlo, de modo que, al fín, besé su pene, lo lamí y se lo chupé; pero solo un instante, sólo para avivar su excitación. Ella me exigió: "Más". Y entonces me introduje su miembro ya erecto en mi boca, con las manos a la espalda, mientras ella cerraba momentáneamente los ojos y suspiraba. Cuando los volvió a abrir, yo seguía mirándola desde abajo, tratando de poner cara de niño bueno que no ha roto nunca un plato; con su polla en mi boca. Entonces Rafaely levantó la pierna izquierda y la apoyó en la cama, como para bloquear aún más mi ángulo de visión, al punto que yo le acariciaba el muslo.
Estuvimos así un rato, hasta que ella me incorporó y me besó de la forma más dulce que nunca jamás me han besado. Normalmente soy yo quien ofrece su lengua y ella responde con elegancia; pero esta vez fue ella quien tomó la iniciativa. Me cogió de la barbilla como si yo fuera la chica, introdujo su lengua en mi boca y me besó. Y fue un gran beso.
A continuación, fue ella quien me practicó una felación a mí; y luego hicimos un 69 hasta que le pedí que parara, je, je.
Hecho ésto, me puso a cuatro patas, empujó mis brazos hacia adelante para que quedaran completamente estirados, de manera que mi espalda quedara totalmente extendida y mi culo en su curva más pronunciada; y comenzó a empujar la punta de su polla, todavía sin condón, contra mi ano. Yo no sabía qué decir. Pensaba: "¿Va a follarme a pelo?" Era tan excitante como peligroso. Ella se dio cuenta de mi preocupación y me tranquilizó: "Sólo la estoy poniendo dura..."
Entonces Rafaely me pidió que me tumbara sobre el pecho, me lubricó y se puso el preservativo. Como no había estado con ninguna otra trans desde la otra vez, la avisé de que, posiblemente, costaría un poquito. Y sí, costó. Y dolió. Fue penetrándome lentamente mientras yo me retorcía y emitía toda serie de gruñidos y bufidos. Aquéllo se asemejaba más al sonido que emite un culturista haciendo sentadillas o al de un cerdo al que estuvieran degollando; que los tiernos gemiditos y ronroneos que hacen las actrices porno y que a mí tanto me ponen.
La tenía bien clavada. Miré hacia arriba y ví sus ojos penetrantes, atravesándome con su mirada vampírica. Joder, parecía que me estuviera follando el puto Drácula. Ella actuaba como un depredador, con la naturalidad de quien obedece sólo a su instinto. Yo confesé: "Me gusta mucho" (lo sé, suena fatal) y ella respondió: "Te gusta, ¿no?". Entonces yo pregunté de nuevo: "Y a tí, te gusta follarme?" Y ella dijo: "Sí, claro". Yo insistí: "¿Pero te gusta follarme de verdad o lo dices sólo por decir?" Y ella dijo: "Me encanta tu culo". Bueno, me da vergüenza, pero es la verdad.
Entonces me puso a cuatro patas y yo pensé: "Por fin" ya que, hasta entonces, nunca lo habíamos hecho así y en mis fantasías era mi postura recurrente. Y continuó follándome. Yo la provoqué, diciendo: "Me estás follando a cuatro patas... como a una putita". Entonces ella respondió: "Voy a correrme en tu culo". A lo que yo contesté, entre gemidos: "¿No prefieres correrte en mi cara?"
Siguió empujando en silencio unos minutos y exclamó: "Voy a correrme en tu cara." Se incorporó y me dijo: "No te muevas". Yo seguía a cuatro patas en la cama y ella se puso delante de mí y empezó a pajeársela, a lo que yo reaccioné como por reflejo abriendo la boca y sacando mi lengua. Yo tenía el chip de la corrida ridícula de la vez anterior pero, cuál fue mi sorpresa cuando, al poco, Rafaely derramó sobre mí una abundante lechada que empapó mi cara y salpicó mis cejas, mis brazos; y mi lengua. No obstante, debo aclarar que ella no apuntó en ningún momento hacia mi boca; cosa que ahora agradezco.
Todo había terminado. Rafaely dijo: "Quédate ahí". Pensé que iba a darme algo para limpiarme pero aquel pensamiento duró como dos segundos porque, ahora viene lo mejor, inmediatamente ¡volvió a montarme y continuó follándome! ¡A cuatro patas y con toda la lechada en mi cara! No hubo pausa alguna. ¡Mantuvo la erección!
Si alguien conoce el truco que me lo diga, por favor, porque me interesa. ¡Quiero hacerle éso a una chica! Yo estaba flipando. Tenía entendido que éso es imposible y que, después de eyacular, los cuerpos cavernosos se vacían por acto reflejo. Asombrado, le pregunté, incrédulo: "¿Puedes mantener la erección?" Y ella respondió, desafiante como una diosa: "Sí". Y me montó, impertérrita, con todo su poder intacto.
Yo no sabía qué decir, hasta que reaccioné, exclamando: "Un momento". Ella pensó que me estaba haciendo daño, pero no era éso. La hice retroceder, de rodillas, acoplada a mi culo, hasta que la eché de la cama y ella quedó de pie y yo a cuatro, como una perra caliente, en el borde. Y le dije: "Así puedes hacer más fuerza". Ahí fui yo quien la sorprendí. No sé, me va la marcha... Mueca
La habitación estaba en silencio: sólo se oían el sonido de su pelvis contra mi culo, así como mis jadeos y gemidos. Con sus embestidas, la lefa empezó a resbalar por mi cara. Tenía semen en las pestañas, en la comisura de los labios; tenía la boca completamente cubierta de leche. No sabía si quitármela con las manos, si tragármela... sólo abría y cerraba mis labios pegajosos, como un pez dentro de su acuario. Era consciente de lo humillante de mi situación y, sin embargo, me sentía dichoso. ¡Tal era el ansia por complacer a mi dueña!
Entonces le pregunté: "¿Puedo probar"? Ella dijo: "¿Cómo?" Yo estaba como una moto. "¿Es peligroso si lo pruebo?" No respondió, pero yo insistí: "¿Es peligroso si lo pruebo?". Obviamente, yo sabía que sí que era peligroso; pero estaba tan cachondo que me daba igual... ¡Lo siento! Mi voz suplicante parecía implorarle: "Aliméntame". "Bueno, un poquito así con el dedo..." y afeitó mi cara con su dedo índice en un rápido gesto. Yo debía de tener toda la cara cubierta de semen porque, al bajar el dedo para introducírmelo en la boca, pude ver que estaba completamente blanco. ¿Alguna vez habéis comido leche condensada con los dedos? Una gota amenazaba con caer del mismo y perderse. Pero no hubo tiempo porque, acto seguido, Rafaely me introdujo el dedo en la boca; que yo apuré de inmediato. Todo ello sin dejar de follarme.
Lo sé. Fue una locura. Pero me resulta difícil pensar con la cabeza cuando toda la sangre está acumulada en mi polla. Y lo hecho, hecho está. Se me fue la pinza. Incluso creo que, movido por la fiebre, llegué a exclamar: "Me gusta. Quiero más". Por fortuna, en ese preciso instante noté un par de avisos de lo que se da en llamar "placer anal". No llegué a experimentar placer anal, pero sé que estuvo cerca y dije: "Creo que voy a correrme...
Rafaely empezó a pajearme hasta que yo llegué al punto de no retorno y exclamé: "Por favor, no pares (de follarme)". Entonces me agarró de la cintura con las dos manos y comenzó a bombear violentamente mientras yo me masturbaba....... hasta que me corrí.
Una vez limpios, le di un piquito en los labios y me abracé a ella. Sólo se oía el sonido de mi fuerte respiración. Yo estaba callado y, sin embargo, le dije muchas cosas con mi silencio. Me hubiera gustado que ella hubiera sido un poco más cariñosa conmigo después de haberme follado de esa manera pero, bueno, supongo que mis deseos son cosa mía. Y en fin, nos despedimos hasta la próxima, si la hay.
Al regresar a casa, por la calle, yo tenía la sensación de que la gente me observaba. Me percaté de que, después de ducharme, no me había mirado al espejo; y me tocaba la cara contínuamente por si me habían quedado restos enganchados en el rostro...
Ésta es la historia. Como veis, el tema se me fue de las manos. Espero que os haya gustado leer mi relato. Yo lo viví...
Added on May 30, 2016 at 12:00 am